Tuesday, June 3, 2008

Dublin


El pásado miércoles fuí a Dublin a hacer una entrevista con el Dublin Institute of Technology. Me levanté a las seis de la mañana para prepararme; traje de chaqueta, documentación, etc.

No sé muy bien por qué voy, supongo que para tener una experiencia más, no me apetece mucho moverme a Dublin y la simple idea de pensar que tengo que mudar mis cosas de nuevo 200 km abajo me crea una sensación de agobio.

Me subo al tren y a pesar de que he dormido sólo 3 horas no tengo sueño, me pongo a analizar a la gente. Un hombre y una mujer joven hablan en irlandés entre ellos, una mujer de mediana edad que está sentada en frente de mí me mira fijamente, supongo que estará haciendo lo mismo que yo o quizás le soprenda ver a alguien vestido en traje a esas horas de la mañana. Me llama la atención una chica que a pesar de parecer muy habladora tiene una expresión de tristeza abrumadora. En lo que yo tardo en terminarme mi sandwich y buscar la canción en el ipod que me alegre el día ella se queda dormida y su expresión era terrible, parecía como si estuviera muy triste y sufriendo mucho, me quedo observándola y en ese corto periodo de tiempo siento como si me estuviera transmitiendo su sentimiento, empiezo a sentirme terriblemente triste y acongojada. Se me hace un nudo en la garganta y empiezo a sentirme muy desdichada.

Aparto la mirada, no es lo que quiero sentir hoy, eso ya lo he sentido muchas veces durante el año.

Llego a la estación de tren de Heuston y para sorpresa mía a pesar de ser hora punta está bastante vacía. Empiezo a sentir la despreocupación de los viajeros cuando se chocan contigo, murmullo un débil "sorry", pero la gente ni se inmuta. Me vuelvo extrañada, pero ellos siguen su camino como si con lo que se hubieran chocado fuera una papelera de la estación.

Espero en la entrada de la estación a la persona con la que he quedado, llega tarde, qué remedio me tocará esperar. Por primera vez en mi vida soy yo la que no llega tarde.

Entro a dentro a comprarme un red bull porque no tenía apenas fuerzas, la cajera ni si quiera me mira sigue hablando con la compañera de su pareja y cosas por el estilo, la verdad es que no me importa pero si me enoja el detalle de que ni si quiera intente prestarme atención a lo que le digo, tengo que preguntarle cuánto es para que se digne a mirarme a la cara.

Vuelvo a salir afuera, al menos me fumaré un cigarro y me despejaré más que si estoy dentro.

En la parada del Luas un montón de knackers, cogen el Luas a dirección Connolly, achaco la bandada a la zona de la estación aunque en el pasado no me había parecido lo mismo.

Llega mi amigo, por fin! Cogemos el Luas, no podemos ir más apretados! Vamos a estallar, le veo agobiado y me comenta que echa de menos su coche y yo también el mío! Pero aparcar en Dublin es invertir tu sueldo semanal en el parking.

Llego a la entrevista y me hacen esperar fuera, conozco a un chico italiano, es joven muy majo. Va para la entrevista y ha enviado la solicitud para tres carreras. Si no consigue entrar en ninguna se volverá a Italia. Está nervioso y se aferra a la posibilidad de entrar en la carrera para no abandonar su "sueño irlandés". "Si no consigo la plaza me vuelvo a Italia a estudiar", " No te desanimes"-le digo yo- "Ya verás como todo sale genial, sólo puntualizales las ganas que tienes de estudiar el curso". Vive en Finglas y se siente aliviado, ha conseguido un trabajo para el verano en la academia donde ha estado estudiando así que se moverá al centro.

Termino mi entrevista y voy donde se encuentra mi amigo, nos vamos andando al centro en busca de un centro comercial donde cambiarme la ropa.

En nuestro camino nos encontramos todo tipo de gente de la cual, abunda la menos deseable, knackers, drogadictos, mendigos... y la menos educada; empujones, codazos, nadie sujeta la puerta y ni miran por donde andan. Miro a mi alrededor todo es gris, sucio, triste, inhumano...¿Dónde está el Dublin donde viví?.

Agacho la mirada y le preguntó "¿Qué está pasando con esta ciudad?". "No lo sé, que le ves? Dublin siempre ha sido así". "No no lo es, mira la gente no tiene maneras, mira las personas de nuestro alrededor, ¿dónde me llevas? Llévame a una zona decente!". "Ana" me contesta "esta es la mejor zona del centro".

Mientras camino miro a todos los lados, la verdad es que Dublin me llena de recuerdos, de recuerdos con Adam. Me agobio, no quiero pensar en él, pero la verdad es que inconscientemente le llevo buscando desde que he llegado con el tren. Quiero verle, quiero encontrarmelo, no sé muy bien para qué quizás para ver como reacciono o para pedirle las explicaciones que ni si quiera me dió.

Llegamos a los baños del centro comercial y por fin me cambio, qué agusto! Al final me he desprendido de los malditos tacones.

"Qué te apetece hacer ahora?" me pregunta Keith. "Mmmh no sé, demos una vuelta" Andamos y andamos, mientras manteniamos una agradable charla. Keith me hablaba de su hermano, al que admira más que a nadie. Después de muchas vueltas llegamos a Temple Bar y como toda la ciudad está horrible "Tienes hambre, qué quieres hacer?" " La verdad es que sí tengo hambre", respondo. "Busquemos un sitio para comer" . Pero la verdad es que ningún sitio me parece apetecible. La comida parece en todos los lados una basura y los sitios están a estallar.

"Prefiero comer más tarde si no te importa, odio los sitios llenos, no sé es como si me faltara el aire, no me siento cómoda. Yo necesito de mi espacio vital" Keith se rie y me comenta que él siente lo mismo. Bueno, pienso, al menos estoy con alguien tan raro como yo.

Nos sentamos en la plaza que hay a la entrada del Temple Bar y vemos a la gente que anda alrededor. Le vuelvo a preguntar y a insistir con el tema de qué pasa en Dublin. Me cuenta que para ellos los irlandeses hay dos tipos de irlandés, el dublinés y el que vive fuera de Dublin. Me cuenta que hay dos realidades, dos mundos distintos...

Al cabo de un rato y tras haber intentado luchar contra mi sueño, decidimos ir a comer algo. Nos dirigimos al Potter House. Nos sentamos y nos atiende una camarera que a penas habla inglés.

Pasa alguien por la calle, no le veo la cara, pero por la espalda parece mi ex. Me quedo blanca y me da un vuelco el corazón. Keith me mira preocupado e incluso parece que lo intuye, intenta hacer como si nada y empieza un tema. Pienso en salir corriendo detrás de él, gritar su nombre y no sé que más...Y cuando estoy a punto de hacerlo, decido que no. Sé que pierdo la oportunidad de mi vida, que probablemente sea él, pero me da igual. Elijo la opción de hacer como si no le hubiera visto. Mi oportunidad se desvanece pero a mi corazón no le importa o quizás sí, quizás un poco pero decido cerrar esa puerta, dejo todo atrás esta vez estoy decidida.

Tras la comida viene y nos pregunta, le digo que me de unos minutos que creo que me voy a pedir un postre pero que no quería seguro café. Me trae la cuenta a la mesa. En ese momento quiero achacarlo a que no me entiende pero inevitablemente me siento furiosa. Qué clase de servicio es éste? Keith me dice que no merece la pena, pero a mí me da igual. "Coge esas propinas que has dejado ahí!" Le digo en un tono ofendido "No se las merece!".

Decidimos ir andando de vuelta a Heuston y en el camino Keith me cuenta historias de sus amigos, de gente que conoce. La mayoría son historias tristes y desoladoras. Suicidios, bandas, drogas,... Me siento que estoy en una especie de mundo paralelo. Pero qué es ésto? me pregunto, éste no es el Dublin que yo conocía, no, no puede ser!.

Tras una larga caminata llegamos a la estación y Keith me comenta que siente la mala experiencia de hoy, ya que hoy hemos visto más junkies que los que él ha visto en su vida.

No pasa nada, quizás sea yo, quizás ese es el problema. Que he conocido Dublin estando enamorada. No me he fijado en nada más que en Adam, mis ojos se centraban sólo en él y mi alma en sólo disfrutar con él. Las cosas a su lado parecían mejores, más bonitas, más perfectas.

A su lado descubrí el glamour de la ciudad, su lado romántico y su lado más perfecto. Cuando iba montada en su coche observaba la ciudad y la magnificiencia de sus edificios, por la noche sus luces me rodeaban, no veía defectos a la capital irlandesa, todo lo contrario la consideraba mi rincón, mi jardin secreto y mi futuro hogar.

Ahora todo es distinto y ahora tengo abiertos los ojos, no me gusta Dublin, es más, lo detesto. Y veo difícil que me moviera allí, sólo lo haría si fuera forzada. Tampoco creo que pudiera vivir agusto preguntándome continuamente si ese día veré a Adam.

Cogí el tren de vuelta y apoyé mi cabeza contra la ventana. Me sentía feliz, volvía a Galway. Sé que aún no he tenido tiempo de experimentar la ciudad, pero cada día me da mejores vibraciones y sobre todo sé que aquí las oportunidades de encontrarme con mi pasado son nulas. Estoy feliz con mi nueva vida, porque por un lado es como si me hubiera quitado un peso de encima.

Quien sabe, quizás mi destino sea ser la nueva Galway Girl.


Buenas noches.

2 comments:

Mexiñol said...

Así suele pasar, cuando tienes un desamor todo lo ves gris, recuerdas las épocas doradas y ves las cosas mas grises aun, pero no te preocupes, el cliché de que el tiempo todo lo cura es real, simplemente tienes que seguir respirando con la conciencia de que adelante abrá un mundo dorado nuevamente.

Un abrazo

Ireusa said...

Hola!!

Me gusta como escribes, tu sinceridad y lo cotidiano y a la vez a veces gracioso, otras dramático, de tu forma de expresarte.

¿Que pasó al final con la entrevista que tuviste?¿Sabes algo?

Por cierto, me parece preciosa la foto que has puesto de Dublin, no me lo imaginaba así, me parece mágico, :) (a ver si algún día lo pueden ver mis ojos).

Besos y cuídate.